Dulces ironías...

Vivía en Bagdad un comerciante llamado Zaguir.
Hombre culto y juicioso, tenía un joven sirviente Ahmed, a quien apreciaba mucho.
Un día, mientras Ahmed paseaba por el mercado de tenderete en tenderete, se encontró con la muerte que le miraba con una extraña mueca.
Asustado, se echó a correr y no se detuvo hasta llegar a la casa de su señor.
Una vez ahí le contó todo lo ocurrido y le pidió un caballo diciendo que se iría a Samarra, donde tenía unos pariente, para de este modo escapar de la muerte.
Zaguir no tuvo inconveniente de prestarle el caballo más veloz de su cuadra y se despidió diciéndole que si forzaba un poco el caballo podía llegar a Samarra esa misma noche.
Cuando Ahmed se hubo marchado, Zaguir se dirigió al mercado y al poco tiempo encontró a la muerte paseando por los bazares.
"¿Por qué has asustado a mi sirviente? - Preguntó a la Muerte -, tarde o temprano lo has de llevar, déjalo tranquilo mientras tanto".
"Oh, no era mi intención asustarlo - Se excusó ella - pero no pude evitar la sorpresa que me causó verlo aquí, pues esta noche tengo una cita con él en Samarra..."

Por querer escapar de una situación terminas precisamente en donde menos quieres estar...
escrito por Brujis™ a las 10:43 p.m.

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